El Lado Oscuro de Piscis

EL LADO OSCURO DE PISCIS

Todos tenemos un lado malo, y tú, no vas a ser la excepción… Piscis, los dos pececillos que nadan en direcciones opuestas. Irremediablemente, eso se aplica a tu vida también y lo sabes. Este es el lado oscuro del signo Piscis:

¿Eres confuso, contradictorio e incoherente? Sí, este es el lado oscuro del signo Piscis. Por un lado quieres hacer una cosa pero por otro tienes obstáculos que constantemente te frenan. Tienes un instinto que hace que tengas que ayudar al resto, a los que más lo necesitan, a los enfermos…pero en realidad, no lo haces a cambio de nada. Sabes que lo haces porque necesitas que las personas te ofrezcan gratitud eterna. Eres como una especie de Capo, entregas ayuda al que te la pide pero a su vez esa persona estará en deuda contigo, y algún día, cuando tú decidas que la necesitas, tendrá que estar para servirte.

 

Cuando realmente logras ayudar a recuperarse a alguien y comienza a tener una vida de éxito, los celos te invaden y comienzas a provocar heridas en su nueva autoestima «sobrevalorada».

 

A veces parece que vas y vienes sin dirección alguna, perdido por la vida pero tu sabes en el fondo lo que haces y hacia dónde vas, solo que no quieres que se enteren los demás. No confías, es cierto, pero quizás porque crees que los demás pueden parecerse a ti. Y tú puedes llegar a temerte, así que mejor ser precavido.

Las decisiones que puedes tomar hoy quizás no sean muy fiables. Si haces cualquier tipo de promesa con alguien lo mejor es que lleve una grabadora porque tú negarás todo lo que habías garantizado unas horas antes. Así es tu lado oscuro.

Puedes empezar algún plan contento y feliz y a los dos minutos renegar de la vida y llorar a mares. Lo que quieres ahora nunca será lo que quieras dentro de un minuto o lo que querías cinco minutos antes. Nadie se atreve a hablarte porque nadie sabe en que humor te despertaste. Te cuesta reconocerlo y no soportas la idea de perder lo que quieres, así que también te vuelves posesivo con tus cosas y con tu gente. ¡Ah! Y nunca te sientes culpable porque la culpa siempre es de alguien más.

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