Arrojó a su nieta al rio, pero lo que hizo el tigre fue increíble

La vida muchas veces nos sorprende con situaciones bastante dolorosas, de las cuales debemos sacar una lección.
Por eso, cuando nos topamos con la historia de Natacha, no dudamos en compartirla contigo. Esta mujer de 48 años, llevaba una vida muy próspera. Junto a su amado esposo e hijo, asistían con frecuencia a la iglesia y disfrutaban pasar el tiempo en familia.

Todo marchaba de maravilla, su hijo de 19 años estaba listo para abrir sus alas y dejar el nido. Por ello, el esposo de Natacha se dio a la tarea de enseñarlo a conducir para que pudiera ir sin problemas a la universidad y visitar a sus padres cada vez que el chico pudiera.

Las lecciones de manejo iban súper bien y ya el joven estaba listo para presentar su prueba de conducir. La mañana pautada para el examen, el esposo de Natacha y su hijo salieron muy emocionados.

Sin embargo, una fuerte lluvia hizo que perdieran el control y sufrieran un accidente. Ambos perdieron la vida al instante y cuando se le notificó a Natacha sobre su pérdida, la mujer quedó devastada. Sus amigos de la iglesia trataron de consolarla, pero ella no encontraba luz ante tanta oscuridad. Poco a poco, Natacha fue encerrándose en casa, ahí sentía la presencia de los dos seres que más amaba y se negaba a salir para sentir aún más su pérdida.

 

Una noche, en medio de su sueño se le apareció su esposo y le dijo que era momento de volver a salir. Le pidió que se reconciliara con Dios y ayudara al sacerdote en sus actividades religiosas. Asimismo, le dijo que abriera su corazón y apoyara a alguien que realmente lo necesitara. Al despertar, Natacha estaba decidida a cumplir con lo que su esposo le dijo a través de ese sueño. Volvió a la iglesia y con el paso de los días se fue sintiendo cada vez mejor.

 

Algunos días después, mientras se encontraba arreglando el altar llegó un joven que frecuentaba la iglesia. El chico se veía bastante agobiado y gruesas lágrimas bajaban por su rostro. La mujer no pudo ignorarlo y le preguntó qué le sucedía. Él le dijo que le habían despedido del trabajo y echado de su apartamento porque no tenía como pagar.

 

Natacha le preguntó por qué no iba con algún familiar, pero éste le dijo que no tenía a nadie más porque habían fallecido en un terrible accidente. Ella se sintió identificada con el joven y le ofreció su casa. Natacha le contó sobre la muerte de su esposo e hijo, y le dijo que podía irse a su casa, así ambos se harían compañía. Así lo hizo, y día tras día fueron formando un vínculo muy especial. En medio de la noche, este joven llegó a la habitación de la mujer, quien se sobresaltó al notar su presencia.

 

Inmediatamente, él le dijo que estuviera tranquila que solo había entrado para poner bajo su almohada la cruz que había pertenecido a su abuela y quería que ella la tuviera. Definitivamente, la vida nos ofrece nuevas oportunidades para sonreír, sólo necesita que no las ignoremos.